Dicen que el Espíritu es energía, que la materia también es energía, y que por tanto el mundo físico de las formas y objetos no es otra cosa que Espíritu en su manifestación más densa.
La forma que adopta ese Espíritu en el mundo físico se tuerce o distorsiona en su camino de descenso hacia los planos de mayor densidad, atenuando su Luz como un rayo de sol que penetra en la profundidad del océano.
Entonces, hay un camino entre el Espíritu y la materia: cuanto más despejado, puro y consciente esté ese camino, más exacta será la manifestación del Espíritu en el mundo de los sentidos.
El artista recorre el camino hacia el Espíritu y regresa para plasmarlo de la forma más exacta posible
Pero hay un problema: nuestra imaginación debe quedar al margen. Imaginar es la capacidad de nuestra mente de construir escenarios e imágenes hipotéticas e irreales.
Crear, en cambio, es la capacidad de traer a la manifestación una idea o vibración real que subyace en el Espíritu, Universo o Mente divina.
Por consiguiente el arte consiste en crear algo de la forma más fidedigna posible al pulso original del Espíritu.
Hay una gran diferencia entre imaginar y crear: la personalidad imagina, el Alma crea
Si la cualidad del pulso original es belleza y armonía, el resultado manifiesto ha de emanar esas cualidades en su mayor expresión. Si es compleja, sofisticada, reveladora, así ha de aparecer a los sentidos.
Lograr codificar en la materia las cualidades de los elevados mundos espirituales es sin duda la labor de todo artista.
Todo artista es un canal entre el Espíritu y el mundo de la forma
En cierto modo todos somos artistas. Todos somos creadores, aunque lo que estemos creando sea un plato de comida, unos zapatos, una carretera o una vía diplomática. Todos estamos codificando y manifestando permanentemente energías procedentes de los planos espirituales. Por lo tanto todos hacemos arte.
Cuanto más elevada sea la frecuencia a la que nos conectemos, y cuanto más pura y fehaciente sea nuestra acción manifestadora, mayor conservación de la Energía y vibración originales, mayor realidad, mayor verdad, mayor peso, y por tanto mayor el arte de vivir.
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